La primera vez que escribo en un Blog:

Es mi primera vez que tengo un blog. Soy pancho. Que vendria aca? no se... Los amo

viernes, 25 de febrero de 2011

Crónica de un suicidio

Amanece. Los primeros rayos de sol atraviesan las cortinas de la ventana. He pasado toda la noche en vela en el sofá de mi casa. El vodka me ha acompañado durante mi vigilia, estoy con el último vaso. A mi derecha una pequeña mesita con una pistola semiautomática y un cargador a su lado, lleno, aunque sólo necesitaré una bala.

Normalmente cuando la gente toma esta decisión, en realidad no es tal decisión, ya que no es tomada racionalmente, es simplemente que la desesperación y la depresión hacen creer que no hay otra salida, y el suicidio se produce en un ataque de nervios extremo en que la mente racional no es capaz de pensar, ya no de forma clara, si no de ninguna forma. Se actúa impulsado por los sentimientos, por nuestra mente emocional, pero ésta es controlada por la pena, el dolor, la más profunda de las depresiones, y eso nos conduce a actuar de forma extrema. Nos hallamos sumidos en un secuestro emocional de nuestra mente racional por nuestras emociones. Al menos eso es lo que creo, la psicología nunca me ha interesado demasiado.

Pero ese no es mi caso. Yo no tengo ningún ataque de nervios, no estoy desesperado. Racionalmente he decidido que no quiero seguir viviendo porque no quiero sufrir más. Sí, estoy deprimido, y como no me gusta, pues le pongo fin. Lo he pensado racionalmente, he tomado una decisión basada en la lógica. Esto no es un secuestro emocional. No estoy llorando al borde de la desesperación. Tampoco es el alcohol el que me hace pensar esto. ¿Cómo lo se? La decisión estaba tomada antes de empezar a beber. El alcohol me ha acompañado toda la noche ayudándome a sacar de mí el valor necesario para hacerlo. Tengo miedo, si estuviera sumido en un secuestro emocional no tendría miedo, sólo actuaría sin pensar, desesperado, pero yo estoy pensando tranquilo aunque con miedo.

¿Qué me ha llevado a tomar esta decisión? ¿Cuáles son mis penas amargas? No lo recuerdo. El motivo de mi amargura se ha perdido en el olvido, ya sólo queda la propia amargura, esa que me consume, esa que no soporto más. Pero no creo que esas penas hayan sido nada excepcional, soy absolutamente mediocre. ¿Por qué en eso iba a ser distinto? Los motivos de mi dolor también serán seguramente mediocres.

Acabo mi último vaso de vodka, hasta la última gota. Mis ojos se entrecierran por el cansancio. Estoy cansado de vivir. El tiempo se ha llevado todos mis sueños y solo me ha dejado amargura. Nada de buenos recuerdos, ni malos, no recuerdo nada, sólo sufro.

Cojo la pistola, le introduzco el cargador dentro de su alojamiento en la empuñadura, el enganche lo sujeta, tiro del cerrojo deslizándolo hacia atrás, lo suelto y vuelve hacia adelante extrayendo en su avance una bala del cargador e introduciéndola en la recámara, el percutor se echa hacia atrás quedando el arma amartillada. Coloco la pistola en mi sien, el hierro está frío, claro que mi cabeza está demasiado caliente. Veo la pantalla encendida de mi ordenador, observándome como un gran ojo que escudriña hasta lo más profundo de mi alma. Ese ojo, lo único que he visto en mucho tiempo, para mi trabajo, para mis compras, para mi vida. Aprieto el gatillo, el ojo salta hecho pedazos. ¡Joder! Que ganas le tenía a ese hijo de puta.

Miro el vaso encima de la mesita, vacío, al igual que mi vida se podría pensar, pero no, mi vida está llena, llena de amargura y dolor. Como envidio a ese vaso, tan vacío. Esto me hace plantearme algo, estoy lleno de amargura, quizá mi decisión no sea tan lógica ni racional. Se que tenemos dos componentes mentales, la racional y la emocional. En las personas suele tener más peso una que otra. Quizá en una persona más emocional que racional, sea en la que simplemente la mente emocional impide pensar a la racional produciéndose el secuestro por las emociones. Pero en una persona más racional que emocional, quizá eso no funcione, y se tiene que engañar a la mente racional, se engaña ésta a si misma dominada por las emociones, por la pena, el dolor, la amargura. Pero yo siempre he sido un tipo muy inteligente, me daría cuenta de algo así. O quizá cuanto más inteligente se es, más complejo es el engaño que la mente racional se hace a si misma, influenciada, dominada por la emocional. Pero jamás he oído nada semejante. Creo que es el miedo a morir el que me hace pensar esto, el miedo me confunde a pesar de haber tomado la decisión lógica y racionalmente. Pero si eso fuera cierto, si el miedo, que es una emoción, me confunde, y por él intento engañarme, la otra posibilidad también sería cierta. De hecho puede decirse que ambas posibilidades son la misma, y por lo tanto mi decisión no ha sido racional. Ha sido un engaño a mi mente racional por si misma, bajo el influjo de la emocional dominada por la amargura. ¡Bah! Basta de jodidas reflexiones.

¡BLAM!

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El es mi Dios.

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Kurt Donald Cobain.